lunes, 4 de julio de 2011

Los cojos ¿también lloran?


Hace cinco semanas que me operé la rodilla. Hace 15 meses que me la rompí. Llevo 37 días con la rehabilitación, y ya que no puedo permitirme las muletas del Rey –ni falta me hace- procuro hacer las cinco horas diarias ejercitando el cuadriceps. ¡Yo no voy a ser menos que el Rey!, pensé cuando oí la noticia.

Además he tenido tiempo de arrancar el Blog, hacer un curso de fotografía, comprarme una Reflex – ¡el tiempo que me ha llevado elegirla!-, leer unos libros, hacer los “deberes” con mi hija, preparar la programación de senderismo, estar eufórico tras la operación y  hundirme al ver que esta no resuelve definitivamente la lesión.

Últimamente no cojo el teléfono a los amigos que me llaman. Los malos momentos, son duros de compartir. Prefiero comérmelos sólo con patatas fritas y no descargarlos a los demás. Así que para contestar con un falso "Bueeno, bien estoy bien” no  descuelgo el móvil ni contesto los emails, ya devolveré las llamadas cuando salga a flote.

Esta semana comienzo con natación. La primera sesión me fue genial para la rodilla, pero me fastidié el hombro. ¡Manda huevos! Así que ahora me toca nadar como los perros, sin sacar las extremidades del agua.

El primer día de piscina, el monitor nos dice a una chica y a mí, que hiciéramos  un largo para evaluarnos. Me zambullí y nadé con mucho estilo. De las cinco calles, nos puso en la número dos, pero a los cinco minutos la chica nadaba en la calle cuatro. A mi me dijo que pasara a la uno, que estorbaba al resto. 

Entonces pensé, tengo que esforzarme si no quiero que me saque de la piscina y me envíe a la piscinita de la tercera edad, donde se hallaba mi madre. En ese instante recordé y comprendí porque a mis hijos mayores no les gusta venir de excursión con sus padres. Es como si te rebajaras. Menuda tontería llevamos escrita en los genes. Total que como no podía mover mucho las piernas, avancé forzando los brazos. 

Y heme aquí, escribiendo como puedo y sin poder ir a la excursión del Kayak a la que me había inscrito pensando que para ello no necesitaba las piernas, sólo brazos y cabeza.

Comencé cojo y termino manco. Virgencita, virgencita ¡que me quede como estoy!




1 comentario:

  1. No te preocupes y verás como, finalmente, los cojos verán y los ciegos caminarán. En el peor de los casos hacemos una silla gestatoria y reclutamos algunos sedarios cristobalícios.

    ResponderEliminar