lunes, 8 de agosto de 2011

Verdades que duelen

Puedo escribir y no disimular, es la ventaja de irse haciendo viejo.
No tengo nada para impresionar, ni por fuera ni por dentro...
No voy a sentirme mal, si algo no me sale bien,
he aprendido a derrapar y a chocar con la pared.
Que la vida se nos va, como el humo de ese tren,
como un beso en un portal, antes de que cuente diez. 
Fito Fitipaldi

Cuando eres joven, nadie te dice que lo eres. Es tan obvio, que expresarlo resulta una tontería. Cuando envejeces, la cosa cambia.

Esta mañana, un cliente que no veía hace mil años, me dice así,  de sopetón y sin anestesia previa: “Estás más viejo”  

Ha sido un comentario inocente, al hilo de una conversación intranscendente. Hecho con toda naturalidad, sin intención de fastidiar, pero precisamente  por eso mismo, duele más.

Pillado con la guardia baja, me ha dejado tan aturdido que he tenido dificultad para presentarle los diferentes tipos de calentadores por los que estaba interesado. En vez de agua sanitaria, lo único que bullía en mi cabeza era la palabra “Estás más viejo, estás más viejo, viejo…”

Y es que uno se acostumbra a oír frases como “¡Qué bien te veo! ¡Chico, estás igual!”, y sin darte cuenta las vas creyendo, habituándote a ellas como si fueran ciertas. Hasta que un día, viene alguien y te recuerda que sólo son expresiones, más fruto del deseo, del cariño o cortesía, que de la realidad.

Al salir del trabajo me encuentro con unas amigas, y tardo algo menos de un segundo en contárselo. Ellas me consuelan diciendo que es lógico ese comentario, si esta persona hacía mucho tiempo que no me veía. Me curo la herida con el bálsamo de  sus razonamientos, y me voy más tranquilo a casa.

Como terapia, me pongo a escribir. Pienso que hace diez años  este comentario no me habría inmutado. De hecho, creo que nunca me lo hicieron porque ni me faltaba el pelo, ni me sobraban las canas que ahora peino.

Veo en la tele cómo unas adolescentes llaman viejo a un chico de veinticinco. Recuerdo cómo en el hotel de Mojacar llamábamos viejos al grupo del Inserso que sobrepasaban en algo más de diez años nuestra edad.

Hoy he recibido  la primera dosis de la vacuna “Acepta tus arrugas y las limitaciones de tu cuerpo para afrontar felizmente la vejez”.  He comprendido que  aunque duela, es bueno que de vez en cuando, te canten las verdades, para no vivir como Peter Pan en el mundo de Nunca jamás.

Soy consciente que al final, lo importante no son los años de vida, sino la vida de los años. No obstante, como  tú y yo ya lo sabemos. Si eres de los amigos que nos vemos de uvas a peras, cuando nos encontremos…

Por favor ¡Miénteme!


1 comentario:

  1. Como sólo te conozco por fotos, y sólo desde hace un par de meses... ¡yo te veo igual que siempre! :D

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