viernes, 30 de diciembre de 2011

Feliz año nuevo

1982-2012.Treinta años compartiendo la misma pasión con los amigos.
Nos queda toda una vida por delante
y mucho que ver contigo.

Que el 2012 va a ser maravilloso, es seguro. 
Nos lo dice el corazón.
Feliz año nuevo.

Cristóbal y Juani

lunes, 5 de diciembre de 2011

Coitus interruptus en bici

Sinopsis:
Oriol tiene una amiga que se llama Marta.
Marta está enamorada de Oriol.
Oriol tiene un gato que se llama Hobbes


Pincha el enlace para visualizar el corto.


Una bloguera llamada Amapola, dice que “no sabes lo que piensas hasta que lo escribes” y ahora que caigo en la cuenta, por eso me pongo a escribir cuando tengo un problema. Para saber lo que pienso del mismo.

En este caso, analizo las dos salidas en bici que organicé para senderistas, las cuales me dejaron con la sensación de un coitus interruptus.  Por lo que aconsejo ver el video antes de leer el post, donde se establece la analogía entre un mal polvo y una excursión en bici con un grupo demasiado heterogéneo.

La historia
Como el pasado verano el médico aconsejó hacer bici, me inventé organizar unas rutas cicloturistas en plan dominguero, sin más pretensiones que hacer visitas deportivo-culturales bien fuese recorriendo las iglesias de Cartagena, sus palacetes de campo o sus vías pecuarias.
Hasta aquí, la teoría.

La realidad ha sido otra.  Entre otros motivos porque cuando surgió la idea  mi estado de forma nada tenía que ver con el actual. Así que en la primera salida pretendidamente “fácil”, conforme iba redactando la ficha fui rehaciendo su trazado, de modo que lo único que tuvo de fácil fue la palabra escrita, Fácil. Los compañeros que vinieron, tampoco ayudaron a suavizarla, ya que les iba la marcha por un tubo y de forma imperceptible me impulsaban a pedalear más fuerte, empujándome más y más…allá.

Lo malo o lo bueno del asunto,  según se mire, es que me gustó eso de pisar el pedal. Y entonces me di cuenta que montar en bici, nada tiene que ver con hacer senderismo, donde  paras una y mil veces para reagrupar. Donde puedes marcar un ritmo más bajo o alto según el nivel físico del último de la fila.

En la bici, eso de parar cada dos por tres a reagrupar resulta humanamente imposible. Puedo parar a reagrupar al final de una subida, y  jode un huevo, pero lo que no puedo es estar parando cada cinco minutos, porque no hay forma de coger ritmo. Las paradas se convierten en un suplicio, te enfrías y luego cuesta un cojón de mico reiniciar la marcha.

Lo mismo que el más lento, no puede ni debe subir de revoluciones porque se asfixia; el que tiene potencia no debe bajar su ritmo y ascender a “cámara lenta” ya que se ahoga por esperar al compañero. Por ello, cuando cada uno va a su ritmo se crea la dispersión tan fácilmente en un grupo de ciclistas. 

Y en las bajadas ocurre lo mismo pero, más a más. Mientras el inexperto baja despacito por temor a la caída, el otro toma brío trazando las curvas a la máxima velocidad posible, discurriendo por las sendas de las croquetas como si fueran raíles de una montaña rusa. Disfrutando al máximo, descargando la adrenalina que tanto gusta y tan bien sienta expulsar al torrente sanguíneo.

Y cuando llegas abajo… ¡Diooos! ¡Volver a esperar! Y se te corta el rollo. No puedes seguir porque debes esperar a reagrupar una vez más. Y estás justo en lo mejor. Justito, justito cuando estás disfrutando a tope, cuando estas casi llegando... ¡hay que pararse! 

A quien le haya pasado, sabe muy bien de lo que hablo. Oriol, el chico del cortometraje, lo refleja a la perfección. Por ello lo de “Coitus interruptus en bici”. Porque conforme el clímax va in crescendo, disfrutas más y más, hasta que de golpe te hacen parar porque se ha perdido alguien, en la peli es el gato, en la vida real un compañero. Y adiós polvo… bicicletero.